El diluvio del Primavera I: Jueves, 29 de mayo del 2014

Estaba pensando en hacer la ya tradicional recopilación de discos y conciertos del 2014, y acabo de caer en la cuenta que no he hecho aún mi valoración del Primavera Sound. Y eso que ya reseñé el otro festival al que he asistido este año (espera, espera… ¡si también he ido al Primavera Club 2014!)

La jornada gratuita del miércoles, 28 de mayo me la perdí porque tenía la última sesión del club de lectura de cómic de la biblioteca Sagrada Família, echándole una mano a Pau. Tampoco es que me apeteciese repetir a Temples, que en la fiesta de presentación del cartel me aburrieron tanto como para salir a tomar cañas fuera del Teatre Principal, pero me supo mal perderme a Stromae (aunque de entrada el hip-hop no es santo de mi devoción, pero por lo vistió partió la pana bajo el diluvio universal), Sky Ferreira y Holy Ghost! Otra vez será.

El jueves empezó con reencuentro de amigos de aquí, de allá y de más allá todavía bajo un tímido sol y con el pop luminoso de El Petit de Cal Eril. Imposible no pasarse el concierto con una sonrisa de bobalicón en la cara. Pero el primer plato fuerte (de los que molan, de los que no te esperas) fueron los chilenos Föllakzoid, que atronaron el escenario ATP con un post-rock musculoso, con un bajo más cercano al hardcore y al metal y con unos loops obsesivos. Cada canción, de unos ocho minutos de media, era una oscura letanía lisérgica que hacía las delicias de los que gustan de la música más experimental.

El Petit de Cal Eril en el escenario Ray-Ban. PS2014.
El Petit de Cal Eril en el escenario Ray-Ban. PS2014.

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Los mejores conciertos del 2013

Seguimos con el ritmo vertiginoso de producción de entradas para el blog, ¡wow! Lo siento, chicos y chicas: entre el trabajo, las reseñas, las colaboraciones con enecientos proyectos y tal tengo este pequeño espacio olvidado.

He de decir que, hablando de música (tema que aparece mucho en este vuestro blog), la colaboración con Crazyminds, aparte de conllevar nuevas amistades, se ha traducido en:

-Ampliar el abanico de artistas, géneros y estilos hasta llegar al nivel “no doy abasto”;

-Poder asistir a conciertos hasta llegar al nivel “conozco a los parroquianos y al Garantías”.

Cierto es que a veces voy a tiro hecho, y otras veces cubro conciertos que quedan sueltos con los que habitualmente no me atrevería. Casi siempre merecen mucho, mucho la pena. Muy al contrario, antes de detallar el top ten particular de directos del año pasado, dejaré un breve y amargo apunte sobre el concierto-hype del año pasado, Beach House, por el que pagué unos treintaypico eurazos y en el que me aburrí soberanamente. Aguanté hasta el final no sé por qué, pero acabé al fondo de la sala Apolo, bebiendo como si no hubiese mañana para ver si vislumbraba, ni que fuese entre los vapores etílicos,algún puñetero matiz a la voz de Victoria Legrand (que no) o algo de talento al teclado de Alex Scally (que tampoco; un maniquí habría sido más expresivo; o un sampler; bueno, de hecho diría que todo el concierto estaba sampleado).

Sí, en ocasiones peco de ñoño y panegírico. Pero creo que también sé reconocer un concierto de m…

Vamos p’allá, en el más puro estilo countdown. Al bollo.

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La noche de los mosquitos I y II: Festival Cruïlla

Pues eso que, de vez en cuando, en mi carrera de especialización dispersa, cubro algún espectáculo para los amigos de la página musical CrazyMinds. Surgió la oportunidad de acudir al festival Cruïlla, un festival veraniego en el mismo espacio (la jungla de asfalto más fea del Mediterráneo del Fòrum) que el Primavera Sound que, hasta el momento, no me atraía demasiado, dado su carácter más mestizo que el hyp… indie primaveral.

Pero oye, ante todo hay que vencer prejuicios. Que bajo la etiqueta de «música del mundo» no tiene por qué haber apuestas menos rompedoras que en el indie. Incluso al contrario.  Y también hay que aprovechar la ocasión para disfrutar.

Y vaya si lo he disfrutado.

Así que, como no voy a repetir las parrafadas que acostumbro meter en mis entradas, en vez de reseñarlo de forma personal en este blog, os remito a las entradas en Crazyminds, la del viernes y la del sábado, por si queréis echarle un ojo. Como siempre, las incongruencias, contradicciones y divagaciones son obra única y exclusivamente de quien los sirve a ustedes.

2012. Balance (2.ª parte)

Si en la entrada anterior cubría los cinco primeros meses del año, intentaré resumir a continuación el resto.

Standstill, 7, 8 y 9 de junio, L’Auditori y sala Apolo.

Conciertos de despedida de la gira del impresionante Adelante, Bonaparte, un triple EP poliédrico que los ha acercado a las primeras posiciones, si no en ventas, cuanto menos sí en prestigio en la escena catalana y española.

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Standstill, final de gira; del 7 al 9 de junio del 2012

Tres fechas del grupo barcelonés en su ciudad natal. Tres espectáculos diferentes, cada uno con un enfoque propio.

Tres conciertos apoteósicos. El primero, en riqueza musical; el segundo, un portento narrativo: el Adelante, Bonaparte en su integridad, realzado por un espectáculo visual inspiradísimo, y la clausura en la sala Apolo, una muestra de garra y músculo arrolladores.

Señores, si no habéis estado en ninguno de ellos, ya os digo que os habéis perdido un hito en la música indie nacional. Sin paliativos.

También es justo reconocer que la reseña, imparcial, lo que se dice imparcial, no iba a serlo. Y es que el triple EP que los ha tenido los dos últimos años girando por el mundo es una obra conceptual que me tiene subyugado. No es la única historia circular, ni de lejos, ni siquiera en el más moderno de la música popular; pero otro día intentaré dar mis impresiones de un trabajo que ahonda en el aspecto más introspectivo de la soledad y la incomunicación con una lírica profundamente amarga, sincera y con un toque de esperanza que, en los últimos tiempos, ha llegado a ser un leit motif muy, muy personal.

Otro día… si encuentro tiempo; porque llevo sin actualizar… ¿desde junio? Ay, las vueltas que da la vida.

Pero vayamos a comentar por encima cada concierto.

El jueves 7, Standstill actuaba en la sala 2, sala Oriol Martorell, de L’Auditori, con la Bonaparte Ensemble: cuarteto de cuerda, vibráfonos, xilofón, tuba, con la colaboración de Pau Vallvé en baquetas, teclado y lo que se le pusiera por delante.

De los tres conciertos, este fue el más pletórico, musicalmente hablando, pues la cuerda, el viento y la percusión ampliaban unas canciones ricas en inflexiones y matices a dimensiones sonoras poco habituales en esto del rock. Sorprendido y cautivado, las canciones del Adelante, Bonaparte adquirían un espíritu algo más liviano, menos solemne y asfixiante… como pasó el viernes, 8, en el mismo espacio.

Pero el jueves, el concierto arrancó con las canciones más inquietantes de Adelante, Bonaparte, con un Montefusco inspiradísimo en las voces (sí, se ha dicho mil veces, y mil y una que voy a decir: su voz es potente y expresiva como pocas) y capitaneando una maquinaria musical de talento intachable. «La mirada de los mil metros» fue la primera parada en Vivalaguerra y el primer momento de vibración entre el respetable, que se removía incómodo en esos asientos tan recatados de la sala Oriol Martorell. «What Truth?» fue la única parada en aquella primera época hardcore, de la que permanece el músculo, pero que nadie que los haya conocido recientemente sería capaz de imaginar.

El viernes fue el momento de Rooom, el espectáculo global del proyecto Adelante, Bonaparte, y el que, aunque sin bises ni concesiones al público ni salidas de guión, permanecer clavado en el asiento era enfundarse en la piel de ese personaje que bien podría ser un joven, un viejo o un perro, y sufrir su angustia vital como la roca de Sísifo, siempre cuesta arriba. Meses después, «Moriréis todos los jóvenes» aún viene a golpear en las pesadillas de asfixia. Si hay una palabra que lo defina, es demoledor, una demolición en surround.

El sábado, 9 de junio, tocaba enfilar la sala Apolo, y verlos desconstreñidos; y, a nosotros, por fin de pie. Fue el día de la catarsis, de la diversión (aun a pesar de Bonaparte, a quien ya despedíamos hasta la nueva gira), del sudor y la rabia hecha rock. Vivalaguerra se midió de tú a tú con Bonaparte, y cuando volvieron la vista atrás, al principio de la guerra, ya no fue con un medio tiempo, precisamente.

Ahora, Enric Montefusco y compañía andan embarcados en otro proyecto para el que están recabando mecenazgos (lo que hoy en día los más cools llaman crowdfunding), cosa que yo que vosotros consideraría, porque si la progresión de Standstill sigue a esta velocidad nos espera algo realmente grande.

Balance rápido del año

Se acabó. Cuatro horas y pico en nuestro huso horario y ya podemos darle puerta al año en que la crisis nos colló peligrosamente, en que salimos a la calle, aguantamos los palos y, total, acabamos con los que sabíamos que iban a gobernar para putearnos más aún, si cabe, que los otros.

En el balance positivo: que parece que por fin nos despertamos. En el negativo: que queda mucho por hacer. ¿Negativo? Bueno, en literatura la crisis es el motor del cambio. A mejor o a peor, eso está por ver.

Ha sido un año duro, muy duro, a todos los niveles. Pero quedémonos con la idea: tenemos que escribir el futuro, y no corregir el pasado. Hacedme caso, porque lo contrario no da ningún resultado.

Como uno es bastante perro, y como el blog está enlazado a Twitter, Facebook y no sé si a algo más, daos por felicitados con este post, que no estaré después por mandar sms, whatapps ni spams varios. Feliz año 2012, que nadie os amargue el ánimo, y ya sabéis:

«Adelante, Bonaparte.» Quizá la canción que mejor resumen el espíritu de este post. Y del año pasado y del venidero.

Reseña (o así) de «Adelante, Bonaparte», de Standstill

Como siempre, tarde y mal, doy cancha a una de esas obras que algunos calificarían de grower. Demasiado tarde ha arraigado, y me temo que ya habré perdido la oportunidad de ver el espectáculo «Rooom», con el que la banda catalana ha girado para presentar su triple (vinilo, claro) Adelante, Bonaparte.

Pero nunca es tarde si la dicha es buena, dicen. Y después de un verano dominado por la amargura de Manel, despertarse con ganas de escuchar on repeat again and again esa magnífica canción de lucha, ruptura y superación que es la que da nombre al disco/obra conceptual ayuda a la hora de encarar un nuevo año académico. Continuar leyendo «Reseña (o así) de «Adelante, Bonaparte», de Standstill»