Y oye, que sigo sin mucho tiempo y aún no me he puesto con la serie de posts anuales y habituales sobre el Primavera Sound. Que hubo mucha cosa y muy buena y muy bonita de comentar. Pero a estas horas, ¿qué queréis que os diga? Me da un poco de pereza. Así que voy a dar un salto temporal de un mes y vamos a por el
Vida Festival
que sustituye, poco más o menos (o eso tengo entendido) al Faraday, cuya décima edición fue la última.
Valoración general: para misántropos como este eterno aprendiz, que cada año sufre las hordas del PS como el anuncio de Hemoal, poder estar relativamente cerca del escenario sin que se te pegue el sudor de otro ni, sobre todo, tener que estar tragando tabaco (como poco) de los de alrededor es el paraíso en la Tierra. Sin (muchos) agobios, sin carreras de obstáculos móviles de dos kilómetros entre escenarios en apenas cinco minutos, relajado, pausado, en unos jardines con zona boscosa que le añade un encanto difícil de resistir… «Un festival cómodo», rezaba la publicidad; bueno, sí, mucho más agradable que la media. También más aburrido si, en algún momento, ni el cabeza de cartel ni la alternativa te emocionan. Por otra parte, también se oyen rumores que fue así de cómodo porque, por lo visto, el cartel de «sold out» no llegó ni a la cola de impresión.