Un año intenso. Duro en muchos sentidos. El año en que nos dimos cuenta que nos gobiernan unos hijos de la grandísima puta para los cuales los no respetan su derecho a expoliar del país son ETA; en el que salir a protestar puede costarte un ojo de la cara (literalmente); en el que queda demostrado que a este país lo que le falta es cultura, pues si supiese discernir lo que es una tendencia (6 millones de parados, 557.000 desahucios) de un conjunto de explicaciones peregrinas (y soy muy generoso al llamar explicación a la patochadas de los políticos) haría tiempo que los habríamos echado a hostias.
A la espera, pues, de que prenda la mecha de una vez y pasemos nuestra catarsis colectiva, voy a hacer mi particular resumen del 2012. Y, para variar, lo haré a través de los momentos musicales (sí, conciertos y festivales) que dejaron huella en la memoria durante el año pasado. Si alguno aún sigue este blog, veréis que haré referencia a shows que no he colgado en este cuaderno de bitácora: aparte de la falta de tiempo, mi colaboración con Crazyminds hace que haya detraído comentarios de este sitio. Escribir he escrito. Dispersarme, también me he dispersado, y mucho.