Yuck es una de esas bandas que, poco a poco, se han hecho un hueco en mi discocorazón. Tampoco es que inventen nada nuevo: ¿Qué puedo señalar como innovación? Poca cosa: el estilo lo-fi ya tiene más años que el bocata de chorizo, con referentes tan obvios como My Bloody Valentine, Dinosaur Jr y Pavement. Sin embargo, canciones como «Get Away» tienen un encanto irrefrenable.
En directo explotan, además, otras características para seguir seduciendo al personal. Los decibelios a niveles dañinos, mucho más allá de bandas como The Pains of Being Pure at Heart o Veronica Falls (otras de las debilidades de quien esto firma); vocalmente… bueno, vocalmente son un desastre: con cualquier otro grupo me habría ido a la barra y habría intentado olvidar lo que veía, y sin embargo me dejaron clavado ahí, en primera fila, boquiabierto. La seducción de la imperfección, me imagino.
Abrieron los tarraconenses April Fool’s Day, otro grupo que tampoco descubren nada nuevo, pero que firmaron una actuación sobria que merecía mucho más arropamiento del recibido. Actúan con convicción, que diría uno que yo me sé… Firmes, delicados, detallistas, serenos, quizá se hecha de menos un poco de presencia escénica para espabilar a la gente, pero no se les puede reprochar nada.
Yuck enfilaron rápidamente con los temas más sonados del nuevo Glow & Behold, y «Get Away» cayó a la cuarta o quinta canción. Quizá quemaron rápidamente sus cartuchos, teniendo en cuenta que sólo cuentan con dos discos; bueno, también es cierto que rebasar los 55 minutos es casi inaudito en la Music Hall. En directo (re)descubrí en qué se parecen a tantos otros grupos que me gustan: porque el esqueleto de la melodía recae en el bajo; no de forma tan exhuberante como con Joy Division, pero sin el trabajo de Mariko Doi, las capas eléctricas de Max Bloom y la nueva incorporación, Ed Hayes, esa distorsión guitarrera gozosa quedaría en un sinsentido.
Si no los conocéis y queréis echarle un tiento, buscad alguna versión en directo de «The Wall» o «Get Away»: como bien dicen, más vale una canción que diez mil palabras mal juntadas.
(Ah, sí, la anécdota: el segurata de la sala me preguntó qué tal el concierto, que había escuchado alguna canción de Yuck por YouTube y que, como me tiene visto de otras ocasiones, estaba seguro de que el grupo era bueno. Garantía de calidad, sí señor.)