Como bien apunta Manu, Aigües de Barcelona subirá el precio del agua, a causa de la falta de liquidez (jaja) causada por el aumento del ahorro del consumo por parte de los ciudadanos, solicitada (casi exigida, que ya me parece bien, con una penalización por el derroche de agua) a causa de la sequía que amenazó el suministro de agua en el Àrea Metropolitana (y con unos efectos colaterales yo diría que peores: el descenso del caudal de la cuenca del Ter, la batalla demagógica para impulsar la mierda del Plan Hidrológico Nacional, como siempre tirando de tópicos y de nacionalismos de todo pelaje…).
Hablando de demagogia, voy a hacer uso de un poquito de ella, ya que: 1) no soy periodista; 2) con el calor no tengo ganas de investigar; 3) a pesar de las vacaciones, tampoco dispongo de tanto tiempo que perder; 4) el calor me produce una mala leche acojonante. Allá donde haya un dato erróneo, impreciso o incompleto, dejo a la buena voluntad del lector su corrección. Así como que me demostréis que estoy meando fuera de tiesto. Como digo, es, simplemente, una rabieta veraniega de consumidor apaleado además de corneado.
Este razonamiento se podría aplicar también a otros servicios, aunque el caso del agua es más sangrante: podemos pasar, si nos proponemos, de luz y de telefonía, pero a menos que tengamos un terreno y un acuífero del que echar mano, no darse de alta del suministro de agua puede tener unos efectos perjudiciales:
1) a nivel social: al quinto día sin ducha, creo que hasta los amigos del alma huirían de tu presencia;
2) a nivel de salud: vale que se puede comprar agua mineral en el súper, pero supongamos que usas el agua del grifo por lo menos para el puchero y para lavar los platos.
Estaremos de acuerdo en que el agua es un bien primordial. Un derecho que no se le puede negar a ningún ciudadano.
Durante un tiempo, las empresas encargadas del suministro (y aquí es donde no estoy seguro) dependían del Estado, ya fuese porque eran empresas públicas, o bien porque, dada su naturaleza, su actividad estaba regulada.
Llegó una época en que las empresas y los servicios públicos se privatizaron (como pasó con Telefónica, Iberia, Endesa, etc.).
Como empresas privadas, su actividad se encamina a conseguir beneficios. Es lo que tiene el capitalismo. No voy a dar juicios de valor sobre el asunto.
Pero sucede que, por lo que yo sé, y corregidme si me equivoco, en el Àrea Metropolitana no tienes más opciones para acceder al bien primordial llamado suministro de agua que a Aigües de Barcelona, propiedad del Grupo Agbar.
Grupo que cuenta con más de un centenar de empresas. Aparte de inversiones, prestación de otros servicios y demás.
Por tanto, como ciudadano del Àrea Metropolitana que quiere beber, comer y ducharse y no tiene para abrirse un pozo, me veo obligado a pagar las inversiones de un holding empresarial en vaya usted a saber qué negocios. ¿Y cómo me lo pagan? Subiéndome las tarifas del agua cuando los beneficios para seguir con sus negocios, más allá del suministro del bien básico que debería tener garantizado, descienden porque, por una vez, nos preocupamos por asegurarnos el suministro y por cuidar un poquito, un poquito, el medio ambiente.
Si quieres agua, finánciame mis beneficios y mis inversiones.
¿Se puede saber qué mierda de razonamiento es este?