El diluvio del Primavera II: Viernes, 30 de mayo del 2014

Los hípsters no son hippies y el Fòrum no es el barrizal de Woodstock, así que, cuando se abrió el cielo plomo sobre nuestras cabezas todo el mundo corrió a guarecerse bajo los inhóspitos aixoplucs de la Jungla de Asfalto para poder lamentarse, con las mechas pegadas a la cara, del estado de empapamiento a través de Twitter. Aunque el día también nos ofreció momentos hermosos como el doble arcoíris frente al escenario Pitchfork; Joana Serrat tuvo que quedarse a cuadros cuando el escaso público le daba la espalda, smartphone en mano, para inmortalizar el instante.

El arcoíris de Joana Serrat
El arcoíris de Joana Serrat

La tarde empezó alborozada: llegué a la última canción de Oso Leone en el Hidden Stage (apoteósicos), para pillar el «Ser Rebelde», de León Benavente, y tirarme de los pelos por haberme perdido su concierto (apoteósico superlativo, subrayado y en negrita; un grupo imprescindible y necesario, como ya comenté en su momento) por pasar antes a ver a Mas Ysa en el Pitchfork. Que no, que el dubstep no está hecho para mí, y menos cuando el tipo se amorraba a la botella de Jack Daniels entre dub y dub. No quisiera experimentar sus demonios internos, la verdad.

Volviendo a la explanada de los dos grandes escenarios (conocida como Mordor por los asistentes al festival): justo cuando el grupo de Abraham Boba & Co. abandonaba el escenario, John Grant se asomaba al suyo, y ponerse a cantar y a llover fue todo uno. Pidió disculpas (momento hilarante donde los haya, pobre hombre), pero su folk me aburría, así que me decidí a hundir los pies en el enlosado/trampa frente al escenario Ray-Ban para una ración de rock clásico (pelín rancio) de los Drive-by Truckers. Frío me dejaron ellos, tanto como el agua que salpicada de las losas y me dejó las perneras chorreando de lo lindo. Así que bajé a ver a Joana Serrat (y a cazar mi foto del arcoíris, claro). Sin ser el epítome de la originalidad, las canciones del debut de Joana Serrat recuerdan a esas melodías casi naíf de la infancia: John Denver, Carpenters… Rodeada de una banda muy competente, la voz rota de la vigatana fue como un bálsamo para tiempo revueltos.

El tiempo no acompañaba como para catar la reunión de Loop, y ni soñar ir a ver el HAIM, digooo… el hype de la temporada. Aproveché para comer algo y buscar un buen sitio en Slowdive. ¡Qué maravilla, señoras y señores, qué maravilla! Como leer esa primera novela de fantasía que te lleva a un delicado mundo repleto de imaginación, una Historia interminable, por ejemplo. Qué corto se hizo. Estará en la lista de conciertos del año, sin lugar a dudas.

El respetable se debatía entre el triunfador del disco de año (incompresible por parte de este eterno aprendiz), The War on Drugs, o atreverse con la reencarnación sin Kim Deal de Pixies presentando su (horroroso, innecesario, el borrón en una discografía mítica) Indie Cindie. Servidor se pasó por el escenario Vice para ver de nuevo a Lee Ranaldo & the Dust. Ranaldo es un portento a las seis cuerdas, y los Dust son unos acompañantes vigorosos. El concierto no alcanzó la intensidad del que viví el año anterior en la sala Barts debido a que el entorno no era precisamente el más adecuado. Ah, los festivales no son lugares para gourmets musicales.

Entre canción y canción atronaba, desde la otra punta del Fòrum, himnos como «Monkey Gone to Heaven», y aquí nos dijimos: «¿Y si esta vez los Pixies no son cuatro monolitos sobre el escenario…?». Tampoco es que se moviesen mucho, pero me dio que este concierto fue mucho más digno que el de cuatro años atrás, como si estuviesen más conectados. Y berrear «Debaser» y «Here Comes Your Man» tiene mucho de revivir épocas más salvajes y joviales. Servidor se lo pasó en grande, a pesar de la distancia.

Otra de esas asignaturas pendientes imperdonables era Slint. Imperdonable. Ese slowcore tenso cual mirada de Glenn Close es, simplemente, fascinante, turbador. Fan.

Otra parada para recargar fuerzas (comida, cerveza) e ir a tomar posiciones para !!! mientras The National triunfaban en la otra punta de Mordor. Sí, lo reconozco, en directos son muy buenos, y entiendo a medias que ahora levanten una pasión que hace tres años no levantaban con canciones muy superiores que las del reciente Trouble Will Find Me, que me dejan más quietoparao que un conejo en mitad de la carretera.

Respecto al grupo de nombre impronunciable… Pues oye, por fin pude escuchar y bailar el «Me and Giuliani Down by the Schoolyard (A True Story)», y la formación actual mantiene un punch envidiable, pero lo de Nic Offer… Nic, ¿qué coño has hecho con la voz? El registro se le ha quedado en nada, ni una octava, y para colmo no acertaba ni una nota. Voz maltratada o exceso de MDMA, vete a saber, pero qué pena.

Roto, muerto de frío y destrempado por los gallos de Offer (a pesar de que sigue siendo divertidísimo en el escenario y, sobre todo, las innumerables veces que baja a corretear entre el público), di por finalizada la jornada, que había que recuperar fuerzas para el sábado y freír croquetas, que es otra historia que tiene que contarse en otro momento…

Autor: Álex Vidal

A los 7 años me llevaron a ver Star Wars y decidí estudiar Físicas. A los 11, leí a Asimov y me dije: "Yo quiero escribir historias tan grandes como estas" (espero que usando más palabras que él). Hoy trabajo juntando letras en una editorial mientras pierdo el tiempo en múltiples frentes. Aprendiz de todo y maestro de nada. Es mi sino.

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