Litoral, de Wajdi Mouawad

LItorial, de Wajdi Mouawad

Incendis fue la obra que lo rompió todo el año pasado en la programación teatral de Barcelona. Este año, la segunda de las obras de la tetralogía La sangre de las promesas, de la cual Incedis es la tercera entrega, se representa en el Teatre Romea, con dirección de Raimon Molins y producción de Atrium (sí, la compañía de la sala homónima de teatro de cercanía, que produjeron el pasado año una inmejorable adaptación de Les tres germanes, que ya reseñamos por aquí).

Pues bien, apunten los nombres del director y de la compañía porque, visto lo visto, son garantía de originalidad en la puesta en escena, y de conmoción emocional. Os explico.

Wajdi Mouawad, dramaturgo libanés, exiliado en Francia a causa de la brutal guerra civil de su país, y en la actualidad ciudadano canadiense residente en Montréal (Québec), vuelca en esta obra lo que podríamos decir toda una trayectoria filosófica trascendental, desde el problema de la identidad propia hasta la muerte, pero trazando una progresión que va de lo íntimo a lo universal, y al mismo tiempo desde la comedia hasta el drama más demoledor.

En este punto voy a permitirme una pequeña digresión, que tiene a ver más con la puesta en escena y con la estrategia para abordar un texto tan rico, versátil y completo. Los dos primeros actos, en los que el protagonista, Wilfrem, recibe la noticia de la muerte de su padre, y hasta el momento en que decide darle sepultura en su país, un país en guerra al otro lado del océano donde conoció y amó a la madre de Wilfrem, muerta de parto, son de los más delirantes que he visto en mucho tiempo. En no pocas ocasiones se rompe la cuarta pared, algo que particularmente me fascina, y el juego metaliterario con el público, con los propios recuerdos de Wilfrem (plasmado mediante la irrupción de un equipo de filmación delirante) son un estimulante juego de realidad y ficción que, por otra parte, establece las premisas por las que discurrirá la narración durante los siguientes actos; unos actos en los que la brutalidad y la crueldad irrumpen con una fuerza casi insoportable. En pocas obras, y aquí incluyo literatura, televisión y cine, me he encontrado con escenas tan sumamente desagradables como la que narra el rey de la guerra que aparece en el tercer acto.

Sí, esto es una advertencia: no os dejéis engañar por el aspecto cómico de los dos primeros actos; no son más que el reflejo de la absurdidad de nuestras convicciones, costumbres y manías. Sin embargo, Litoral es rico en símbolos y metáforas: el mar como nexo de unión entre culturas, como flujo de vida y como cruce de caminos; la figura del padre, de los mayores, de los nombres y la importancia de la memoria; la honra a los muertos y la necesidad de un descanso digno, pues es lo que nos reconcilia con la vida y da sentido a la historia. También tiene una importancia crucial la figura del otro, en multitud de aspectos: la identidad del hijo en contraposición con el padre que lo concibe; la del amor, que revela la bondad propia pero también las carencias emocionales; la del vecino; la del enemigo; la del desconocido…

A pesar de la grave seriedad de la guerra, de la muerte y de la crueldad, Litoral es también una tierna reflexión sobre la dimensión humana, presente incluso en los episodios más escalofriantes, y que se pone en relevancia precisamente con el juego del otro. También tienen un gran peso el poder de los sueños y el de la inocencia, encarnados en el caballero que acompaña al protagonista a lo largo del relato.

Situaciones estrambóticas, fantásticas, emotivas, crueles… Las tres horas suponen un esfuerzo al espectador, que sale como si lo hubiesen apalizado y con multitud de cuestiones hirviendo en la cabeza. También es una representación tensa, con una escena siempre cambiante gracias a los dos o tres departamentos rodantes. En el proscenio, una acequia hace las veces de litoral. Y sobre el escenario, unos actores tremendamente versátiles, entre los que cabe destacar Lluís Marco como el padre muerto, Pepo Blasco en multitud de papeles, convincente y versátil en todos ellos, Xavier Ruano y Mireia Trias, la inolvidable Masha de Les tres germanes.

Tanto el periplo vital de Wilfred y su padre, como la riqueza simbólica y la belleza del texto hacen de esta obra un must de la temporada, así que… Conclusión: Abrid una nueva pestaña en el navegador, buscad «entradas Litoral Teatre Romea» y compradlas. Y ya luego me contáis. No, no, no, compradlas ahora. De verdad que me lo agradeceréis.

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Autor: Álex Vidal

A los 7 años me llevaron a ver Star Wars y decidí estudiar Físicas. A los 11, leí a Asimov y me dije: "Yo quiero escribir historias tan grandes como estas" (espero que usando más palabras que él). Hoy trabajo juntando letras en una editorial mientras pierdo el tiempo en múltiples frentes. Aprendiz de todo y maestro de nada. Es mi sino.

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