Melancholia, de Lars von Trier

No me gustaría para nada estar en la cabeza del director danés. Esa forma de hundir en la más honda de las más hondas de las miserias a sus personajes ya al principio, y lanzarlas de ahí a abismos de dolor insondables parece, a todas luces, algo al alcance tan sólo de una mente enfermiza al límite.

Y, sin embargo, sus películas me resultan tremendamente atractivas. No sé qué me da más miedo, la verdad.

Total, que ayer estrené la nueva etapa del cine Méliès con una de mis muchas asignaturas pendientes, este Melancholia, premio del festival de Cannes en el 2011 (sí, en el que Von Trier quiso dar rienda suelta a su gracejo y acabó haciendo un Vigalondo, por lo visto) a la mejor actriz (encantadora Kirsten Dunst).

No quiero analizar en profundidad la película, entre otras cosas porque el abismo interno en el que se sumen las dos protagonistas, Justine (Kirsten Dunst) y Claire (Charlotte Gainsbourg) es, acudiendo al adjetivo típico y tópico, insondable. Quizá porque el común de los mortales desarrollamos las defensas para no asomarnos a la desgracia de los demás; seguramente para evitar las propias.

Pero en el recorrido por el miedo (físico, patológico) de Justine en la primera parte da pie, en la segunda parte, a una especie de misticismo y redención que la lleva a asumir el miedo visceral de su hermana Claire. Al fin y al cabo, el mundo de Justine ya se vino abajo con la boda; el fin del mundo no es más que algo inevitable, y ella hará de un Caronte algo cínico, pero lleno de amor, para su hermana y su sobrino.

Me llamó la atención la forma de encarar el miedo del marido de Claire, John (Kiefer Sutherland): tan racional, escudándose en la ciencia para negar la evidencia, y su posterior huida hacia delante, que apunta a otra característica de la obra de Von Trier: las fuertes son siempre las mujeres; los hombres (mayores; los niños son puros y libres de las paranoias mentales de los adultos), un hatajo de cobardes que antes se quitan la vida antes de afrontar el problema.

Y sí: la película es de ciencia ficción apocalíptica. Pero eso es sólo la apariencia.

Aun con la tiranía emocional que aplica Von Trier, me quedó la sensación de que no había ido tan lejos como en Bailar en la oscuridad. De todas formas, recomendable para todo aquel que no se arrellane al asomarse al vacío. Tomen un paracaídas, por si acaso.

Autor: Álex Vidal

A los 7 años me llevaron a ver Star Wars y decidí estudiar Físicas. A los 11, leí a Asimov y me dije: "Yo quiero escribir historias tan grandes como estas" (espero que usando más palabras que él). Hoy trabajo juntando letras en una editorial mientras pierdo el tiempo en múltiples frentes. Aprendiz de todo y maestro de nada. Es mi sino.

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