En teoría, las patentes sólo tenían validez durante diecisiete años, pero las empresas de biotecnología habían perfeccionado la estrategia de volver a solicitar la misma cobertura con un enfoque distinto cuando se aproximaba la fecha de vencimiento: primero para la secuencia de ADN de un gen y todas sus aplicaciones, luego para la secuencia del aminoácido correspondiente, después para la forma y función de la protenía completa (con independencia de la composición química exacta). No conseguía permanecer indiferente ante el robo de conocimientos como si fuera un crimen sin víctimas; siempre me había inclinado a favor del argumento de que nadie derrocharía dinero en I+D si las formas de vida transgénicas no se pudieran patentar, pero era demencial que las herramientas más poderosas contra el hambre, las herramientas más poderosas contra el deterioro medioambiental y las herramientas más poderosas contra la pobreza… tuvieran un precio que estaba más allá del alcance de quienes las necesitaban.
Greg Egan, El Instante Aleph
«se pudieran patentar, pero era demencial que las herramientas más poderosas contra el —> hombre <—, las herramientas más poderosas contra el deterioro medioambiental y las herramientas más poderosas contra la pobreza…"
¿Es "hombre" o quería decir hambre?
Hambre. Ahora lo corrijo. Zenkius 😉