Estuvimos durante la segunda semana de agosto en la hermosa Vall d’Àneu disfrutando, como muchos otros pixapins durante las vacaciones estivales, de aquello que se ha venido a denominar deportes de aventura. (En invierno llega la temporada alta de verdad, colgando el letrero de «completo» por la afluencia de esquiadores.)
Al llegar a Llavorsí, donde habíamos alquilado un par de apartamentos para los ocho urbanitas que subíamos desde el Vallès, aparcamos justo delante de este letrero.
(Foteu lo camp: expresión soez y divertida, derivado del verbo fotre, una especie de comodín cuya primera acepción es «follar», y escrita en catalán occidental, donde en vez del artículo masculino del estándar el se usa lo. La traducción más aproximada sería algo así como iros a tomalpolculo, más finamente largo.)
Así que, de valles pirenaicos que conservan sus tradiciones, nada de nada: la especulación inmobiliaria se esparce por todos los resquicios del territorio. Aquí arriba, más o menos camuflados con fachadas de piedra pero, ya os lo digo, el interior no tiene nada que ver con esas paredes recias, sino con los mismos tabiques de hoja de papel a los que estamos acostumbrados en las ciudades.
En Sort, capital de la comarca (Pallars Sobirà), nos encontramos también con este cartel:
Además de las constantes e insidiosas amenazas a la morfología urbana y paisajística, el aluvión de visitantes debe tener a los habitantes de la Vall contentos contentos.
En fin, espero no haberlos molestado mucho. Y sí, el agua de la Noguera Pallaresa, incluso en pleno verano, está helada 🙂
¿A que parece como si llevase haciendo ráfting toda la vida?