¡Qué cosas ocurren! Antes, el objetivo de las familias era ahorrar para dejarlo a los hijos. Ahora, consumimos más de lo que tenemos y dejamos las facturas para que las paguen los hijos. Y no es un problema de perversión de las personas, sino de modelo social.
Pero no se equivoquen ustedes; esta ruptura generacional también es de clase, porque no todos los sectores de la sociedad lo van a vivir igual. Algunos, con pocos recursos, tendrán que suscribir una hipoteca inversa sobre el piso de los padres con la que pagar la residencia en la que vivan los últimos años. Otros, con elevado poder adquisitivo o con patrimonio, podrán pagar la residencia de los padres, heredarán todo su patrimonio y no tendrán que pagar impuestos por la herencia. Y, si son catalanes, quizá recordarán que este regalo fiscal se lo hizo un Govern de izquierdas. ¡Qué cosas!
(Joan Coscubiela, en El Periódico.)